Aproximaciones eternas
Las aproximaciones eternas nos acorralan, Spinetta las llamaba un "teatro ilusorio", me acuerdo de él mientras por la ventana veo morir al cactus. No cuento con más que mi biología absorbente y la suma de mis extremidades para trepar por la carpa del circo, y así observar la fauna moderna: programadores que dibujan arboles que solo tienen raíces cubicas, diagramadores de piedras que se vuelven adictas al tropiezo del hombre y arquitectos que desvían los rieles fragmentados de la verdad.
Todos voltean ante una llamada desde atrás inexistente, pero caminando de espaldas al frente. Todos obviando que la quietud del silencio apacigua nuestras almas. Las luces han gobernado la historia que nos pasa al costado, han manipulado el desvarío del cuerpo inocente, las luces (no las que no alumbran sino las que enfocan) han llenado de morbo los medios de comunicación.
Ojos detrás de las pantallas, mentes detrás de las pantallas, estas manos escribiendo detrás de la pantalla, soy la paradoja cansada de ocultarse. La academia de panelistas obsesionada con sentar nuestras almas paradas. Se han agotado los refugios, se han evaporado las burbujas y hasta nuestros sueños son cuentos televisados.
Quiero despertar un día y voltear ante aquella llamada, y no en vano, que detrás se encuentre el ente que nos perdone, encontrarme con la redención de mi propia distracción, de la distracción plural. Pero quien sabrá, que aquella entidad, para conseguir nuestra atención, pueda cargarse del show burdo que nos rodea constantemente. Todo puede ser un teatro ilusorio.
Ojos detrás de las pantallas, mentes detrás de las pantallas, estas manos escribiendo detrás de la pantalla, soy la paradoja cansada de ocultarse. La academia de panelistas obsesionada con sentar nuestras almas paradas. Se han agotado los refugios, se han evaporado las burbujas y hasta nuestros sueños son cuentos televisados.
Quiero despertar un día y voltear ante aquella llamada, y no en vano, que detrás se encuentre el ente que nos perdone, encontrarme con la redención de mi propia distracción, de la distracción plural. Pero quien sabrá, que aquella entidad, para conseguir nuestra atención, pueda cargarse del show burdo que nos rodea constantemente. Todo puede ser un teatro ilusorio.
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