Primero fueron los golpes de las palomas en el techo, más tarde el silencio fulminante de la calle abrazada por los edificios, y por último un relámpago que amontonó las nubes violetas. Me incorporé pensando que el último hombre del planeta podría contemplar al mismo tiempo la quietud y las explosiones de su mundo, del mundo, que ahora eran uno mismo. Un balcón frágil sosteniéndome y la humanidad enmudecida por fin escuchando al cielo, cielo ya cansado de enviar señales inútiles que, hoy creo, puedo entender. Estoy sólo, mis pensamientos ocupan tanto espacio que olvido que soy el único entre tanto cemento frío, entre las máquinas congeladas en oxido y muebles que me observan a tiempo completo. Ayer vi una lluvia de meteoros, me hizo acordar a la música, podría escribir sobre eso, sabiendo que lo único que queda son esqueletos de una sociedad distraída, que no supo escuchar al cielo. Un próximo ocaso Es difícil lograr ciertas imágenes visuales y sensaciones sin la ayu...
UNO dibujaste con mis lagrimas las figuras de tus lagrimas y una lentitud absorbió tus tibios movimientos nadamos sin flotar hundiéndonos verticalmente en las llagas de la tarde tus labios comunicaron sin emitir sonido? aquel llanto distorsionó la gravedad de la habitación? lo cierto es que el tiempo se detuvo ni las ventanas lo reflejaban ni la musica que nos envolvía, solo nuestros ojos. DOS ¿Soñaste mis caricias dormida? ¿Calor de mi calor? Porque aquel espasmo tuyo fue un beso en todo el cuerpo que me advertía: -Abrazame dormida, que respiro mis sueños. TRES La terminal te espera, yo te espero, estos muebles porteños, el cuadro del flaco, las trémulas anécdotas te esperan, la infinidad de vídeos que amamos, mis pochoclos quemados, mi café amargo, mi inutilidad te espera. Como los friolentos al verano yo te espero agazapado, cubierto, descubierto, exhausto, apaciguado, ligero, te espero en todos mis estados de animo, rodeado de libros de...
Desde ese preciso lugar podía verlo todo, pero le llamó la atención el gato blanco en la ventana del séptimo piso jugando con la persiana. El felino se admiraba al ver los pájaros que giraban en torno al edificio. Aquella mañana sintió que el aire traía algo distinto, salio al balcón y escribió en el reverso de la cuenta del gas: [Hoy el silencio salio a rozar el pavimento. El cemento sorprendido libró viejas asperezas que se fundieron con el aire reverberado de la ciudad] A su lado izquierdo se balanceaban dos obreros apilando ladrillo sobre ladrillo en la construcción, hablaban de fútbol. El no sabia qué buscaba ahí afuera. Pensó en los ruidos de la construcción, el los había odiado desde pequeño, pero al enfrentarlos ese día se encariño con las percusivas acotaciones de la pala y la base aguda de la sierra. En el edificio de enfrente, dos pisos mas abajo del gato blanco, la vecina sacaba todas sus plantas al sol, y en la vista panorámica de el se abrió un...
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