17 Poemas (Hora 1)
Un planeta. Pleamar y sendero potable.
Girasol. Medios y agudos de la luciérnaga.
- Perdón, me dijiste algo? -reaccioné-
- Que se te cayó el celular flaco...
El robot que me persigue, ojala se hubiese quedado en el piso.
-Gracias che. -le dije mientras lo alzaba-
Definitivamente mis neuronas cuelgan de un hilo invisible y la tijera de
la realidad se esmera en cortarlo.
No obstante piso el piso como esperando hundirlo, rebotar o
sencillamente que no siga ahí abajo.
-Disculpa, sabes si el 68 pasa por rivadavia y lugones?- la tijera
otra vez-
-No tengo idea, perdón -repliqué-
Ahora desde cero.
Potable brisa... (nada) se desintegra la absurda estela de tu vuelo
pendular.
Va a ponerse difícil esto.
Escribir 17 poemas en un día, ojala se me aparezca el fantasma de
Jorge Luis.
Médano.Gélido.Candíl.Sórdido.Urbe.Caleidoscopio.Sutil
Toda palabra es pasajera, menos la palabra tiempo.
Aunque últimamente tu nombre ha sido una palabra constante en la
espiral que forman mis neuronas al girar atadas del hilo invisible que se corta
cuando me distraigo de tu nombre. Incendiaria todas las frases largas que mastico.
Suena el ringtone del robot que me persigue.
-Hable
-Que pasa que no me contestas? -la voz de Miguel cuando está apurado es inconfundible-
-Recién veo las llamadas perdidas, estoy terminando de corregir
los últimos... - logre mentir - Que pasa Miguelito?
-No me llames así. Necesitaba saber como ibas. Para mañana a las
10 AM sin falta los 17 que faltan eh? Jacinto, no te puedo dar mas tiempo,
tenemos que largar con la imprenta cuanto antes. -vociferó el editor-
-No te preocupes, no me falta nada, un abrazo, te llamo después.
-corté-
Blanco, nada, cero, ausencia,
falta, necesito tiempo.
"[...] Tengo 33, me faltan 17 más. El ciclo de libros se llama
"50 poemas de..." y este año le toca a Jacinto Lopez... osea a mi
[...]" -me anime a explicarle al joven del 68, buscando en sus ojos algo
de tranquilidad.
Siempre me dedique a la narrativa. Si me pedían 50 cuentos se los
entregaba en el día, pero la poesía requiere que me hunda en mi barro, que
corte el celofán que envuelve cada uno de mis umbrales, requiere
que sumerja una linterna (que hoy ya no funciona) en la laguna de mis
pensamientos, algo que con el paso de los años he tratado de evitar.
Yo no soy poeta, ni siquiera se si soy. La tinta es. Mis manos cumplen
meros ademanes y ciertas ceremonias que hacen nacer palabras.
Cuando contemplo las nubes me reseteo y voy de nuevo, pero hoy es
el día más despejado de la historia de la humanidad.
En realidad no tengo un día más de plazo, teniendo en cuenta
que son las 17:52 y tengo que entregarlos a las 10 AM solo restan 16 horas y 8
minutos.
El calculo está a la vista: si escribo un poema en estos ocho minutos me
sobran 16 horas para 16 poemas.
El primero que salga apurado nomás, descontrolado, que lo encarne la
prisa...
Refusiló con un grito amarillo
el faro inmóvil del alba.
Vuelve mi envidia a lo efímero,
a los sucesos que pellizcan el tiempo;
a la luz que salpica en la pared
cuando rebota en la ventana
pero que desaparece cuando el viento
la tapa con la rama de un jacarandá.
A la burbuja diáfana
que nace para morir;
a los parpados de ella
que cortan mi mirada fugazmente.
A la gota tibia que se evapora
y que se enamora del aire.
Envidia a la brisa que envuelve el rocío,
al rocío y al desvarío de las
voluntades breves.
[teniendo en cuenta que un rayo de luz es un sorbo
de claridad que se vuelve átomo en la magnitud del cielo]
Se dilatan tus pupilas. Se contrae mi alma.
El robot que me persigue me indica que se me fueron los ocho minutos, y
que empieza otra hora vacía...
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