17 Poemas (Hora 2)
La célula cae y moja la superficie. Alrededor de mi torso un circulo se expande formando un perímetro de silencio artificial, su circunferencia canaliza un leve latir de calma.
Decidí aislarme en este circulo, inmunizarme ante la filosa tijera de la realidad y el tiempo. Alejé de mi al robot que me persigue para evitar que Miguel me vuelva a romper las pelotas con su llamado.
En cada pestañeo me hundo más en el circulo plano e intento brotar horizontalmente como el oxígeno mismo. La oscuridad que me rodea no tiene ojos para verme, aun así su pulso late indiferente.
Aprovechar mi espeso camuflaje y poblar de palabras pretenciosas este circulo que me abriga me libraría de mi responsabilidad, por lo menos hasta la próxima hora. Justo pensé en vos. Se me vino tu nombre.
Si, solté mis días
desde el borde de tus hombros.
Dibuje un jilguero
con el trazo ínfimo
de tu lengua.
En tu iris
titilaba
una lagrima
de rubí.
Mares y mares.
Soles y soles.
Y en los indómitos andamios de tus piernas planté malvones,
regué cenizas
y permanecí rehén por días,
los mismos días
que solté
desde el borde
de tus hombros.
Estoy llorando. Estoy persiguiendo al robot que solía perseguirme, necesito llamarla.
Cuatro llamadas perdidas de Miguel, son las 18:47, estoy en el umbral de la tercer hora y el circulo se fue.
Decidí aislarme en este circulo, inmunizarme ante la filosa tijera de la realidad y el tiempo. Alejé de mi al robot que me persigue para evitar que Miguel me vuelva a romper las pelotas con su llamado.
En cada pestañeo me hundo más en el circulo plano e intento brotar horizontalmente como el oxígeno mismo. La oscuridad que me rodea no tiene ojos para verme, aun así su pulso late indiferente.
Aprovechar mi espeso camuflaje y poblar de palabras pretenciosas este circulo que me abriga me libraría de mi responsabilidad, por lo menos hasta la próxima hora. Justo pensé en vos. Se me vino tu nombre.
Si, solté mis días
desde el borde de tus hombros.
Dibuje un jilguero
con el trazo ínfimo
de tu lengua.
En tu iris
titilaba
una lagrima
de rubí.
Mares y mares.
Soles y soles.
Y en los indómitos andamios de tus piernas planté malvones,
regué cenizas
y permanecí rehén por días,
los mismos días
que solté
desde el borde
de tus hombros.
Estoy llorando. Estoy persiguiendo al robot que solía perseguirme, necesito llamarla.
Cuatro llamadas perdidas de Miguel, son las 18:47, estoy en el umbral de la tercer hora y el circulo se fue.
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