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Mostrando entradas de abril, 2016

Vestigios

Francina aléjame de todo lo demás de las tormentas y cada cosa que calmas Francina, Francina… te quedaste quieta contemplando la canción nubes paralelas que despiertan tu color Francina, Francina, Fran… y el mar que estaba ahí no puede ir tu voz a donde quiera que esté Francina despertará reflejando la cancion lejos. lejos casi sin pensar me voy pétalos que se van, se van… te ibas fugando indiferente atravesándome, médanos que se van, se van. Ella se durmió Vertiente de agua fresca brota del atardecer y ella esperaba sedienta calmando mi propia sed. Desatándonos sin más calor que el sol, del cuerpo migra la canción. Cuando le escribo se aleja cuando la sueño se va vuelve en los días nublados luego se vuelve a escapar. Ella se durmió y el mar se abrió del sol cayéndose a un lugar de amor. Claridad Quiero ver la luz que te calma sentir la quietud de tu alma hoy las

De labios rojos y dias nublados.

 Dentro de este sueño no sentía la amenaza de despertarme, porque en el momento en el que vi el cielo nublado y su rostro formando el mismo paisaje, supe que esa imagen me iba a envolver como el viento envuelve la copa de los árboles.   Se alinearon nuestros puntos cardinales y su beso rojo fue un dolor tan profundo como el negro de sus pupilas empapándome el día, la noche, el sueño, la realidad, lo que fuese, de un roció insecable. Por un instante sentí el lejano sabor a realidad pero fue tan efímero que hasta su pestañeo resistía más el puñal del tiempo.  Pocas veces me invadió un sentimiento ambiguo tan grande en mi vida, una dualidad tan pareja solo comparable a la del cielo templado que hacía de fondo en el paisaje del sueño. El punto medio, el equilibrio, un sabor agridulce. La claridad y la luz junto a la ausencia del sol. El viento fresco sin rayos amarillos rozando el aire, nubes cargadas de violencia diluidas en el blanco más profundo de las neblinas.  Así fue co

Narices Rojas

PERSONAJES (por orden de aparición) Secretaria Anciano aristócrata Hombre del maletín Payaso Licenciado                                                                                              PARTE I  Sala amplia rodeada por dos bibliotecas altas y repletas, la escasa luz proveniente de las tenues lámparas le brinda pesadez al ambiente.  En el escritorio la Secretaria sella y firma papeles rodeada de carpetas.  En el sillón negro del centro aguarda el Anciano Aristócrata leyendo una revista de las que se encontraba en la mesa ratona, sus anteojos se mantienen al borde de su nariz desafiando la gravedad. De tanto en tanto se cruzan sus miradas, lo único que corta el silencio son las burbujas que brotan del dispenser ubicado junto a ella.  Entra con paso firme y cierto grado de impaciencia el Hombre del Maletín con un ensamble de tics nerviosos. La Secretaria: (diplomática)   Señor Lesterheild, quizás se ha confundido, su turno es a las 18 horas…  (mient