Entradas

Mostrando entradas de agosto, 2015

Ecosistema

 Dulce tarea la de las tibias aguas que apaciguan almas moribundas durante siglos, me pregunto si por algún error divino fuiste encomendada con la misma tarea al nacer. Inconscientemente conozco la razón de mi escribir, no le escribo a la paz, ni a la claridad, me fui dando cuenta que en cada palabra que escribo me acerco un metro a vos, me alejo del olvido.  Con la certeza de quien cierra los ojos para oír el  río  movilizándose como pidiendo permiso sin saber que es un regalo del cielo, con esa misma certeza siento que estas acá, al lado mío, regando los malvones de mi camino y germinando constantemente.  Así fuiste lentamente masticando mi desasosiego  partiéndolo en mil pedazos y ellos, simulando ser imanes, poco a poco se fueron enlazando a mí. Ciertos días suelo sacudírmelos, pero cada pedacito tiene sentido de pertenencia y yo soy su residencia, yo los constituyo como ellos me constituyen a mí.  Asumo que no te enteraste del ciclo existente que acabo de describir, la ma

Jacarandá

si tiemblan las hojas del jacarandá si pendulan las geométricas miradas si palpamos el roce de las vidas todo tiene sentido... si se esfuman las vanas moléculas de miedo si nos hablan las copas de los arboles si lo eterno nos derrama gotas de verdor todo tiene sentido... el plástico murmuro de la razón me quiebra casi siempre, aun así las pupilas no se cierran ante las difuminaciones constantes, paralelas y punzantes de las olas continuas.

Breve.

Ayer las nubes eran naves y los edificios estalactitas. Te observe mientras la calle se disfrazaba de río. Ayer tus ojos eran hojas y las casas una escenografía, toda esa obra está lejos ahora.

Mientras se desploma el inoportuno poniente.

Mientras se desploma el inoportuno poniente el aire se deja amar y los rayos de luz aceleran en sus amplias autopistas. el suelo cruje, los autos lloran y mis ojos atentos vociferan desesperados como ventanas que no dan hacia ningún lugar. “El mundo es un enlace de horizontes” titulan los medios y aquella disonancia me hunde en una espesa oscuridad blanca. Bloques y bloques de cemento se amalgaman y esperan el diluvio. Con palabras, mis manos, intentan olvidarte m ientras se desploma el inoportuno poniente.

El olvido tiene puertas transparentes

 Imperceptibles. Se cierran y se abren. Muchos han intentado calcular cada capa, la distancia entre lo sucedido y lo olvidado, pero es cierto: el olvido tiene puertas transparentes.  Desconfió de mi temporalidad, los años se me van cada vez más rápido y nunca tuve la capacidad de medir el tiempo, el reloj es un arma de doble filo y sus agujas nunca representaron mis segundos.  La ilusión del tiempo nos diluye la forma y el color de cada puerta que, sin darnos cuenta, cruzamos, crea el efecto contrario. Esas puertas se me vuelven cada día más transparentes y tengo miedo de que ni siquiera existan.  Lo malo de vivir el momento es que dura muy poco ¿y si lo mejor fuera entrenar nuestra memoria hasta que se conviertan nuestros ojos en filmadoras que registran cada momento perfectamente?... pero reproducir un instante no es volver a vivirlo, aunque muchas sensaciones vuelven.  Lo ideal sería transformar cada puerta en una cortina de esas que tienen tiras largas que llegan al suelo, así